Tuve tiempo de conocer a personas curiosas, como el primer cliente de la mañana, Sanéyuki, un japones que, alojado en Valdivielso, recorre estos parajes en bicicleta. Se llevó un colgante de pez "quiero el que más se parezca a una anchoa" (yo no encontraba el parecido de mis pececillos de colores con una anchoa pero Sanéyuki si).
Tiempo de encontrarme con algunos clientes de siempre.
Tiempo de talleres con los más pequeños
Tiempo de trabajo
y, cómo no, Tiempo de descanso, que a todo da tiempo en una feria.
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